Puente Carlos bajo la nieve

Praga está legítimamente orgullosa del puente Carlos, lo mismo que París de su torre Eiffel o Roma del Coliseo. Basta con una sola mirada. Cruzando el río se disfruta de una magnífica panorámica de la Ciudad con las torres y campanarios de la Ciudad Vieja, la cúpula verde de la iglesia de San Nicolás, el respetable edificio del Teatro Nacional,  a lo lejos, las siluetas imponentes del Castillo de Praga, sin olvidar las aguas del río Moldava resplandeciendo al sol. El puente lleva el nombre de Carlos IV, rey checo y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico que lo mandó construir en el siglo XIV. Sin embargo, no fue hasta finales del siglo XVII y principios del siglo  XVIII cuando el puente fue decorada con magníficas estatuas a las que debe en gran parte su renombre.

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